Obon. El Festival de los Difuntos en Japón.
Igual que nuestro querido 1 de noviembre, en el País del Sol Naciente los fantasmas de los difuntos tienen una fecha para regresar de entre los muertos y ser honrados por sus familiares vivos. El 15 de julio según el calendario lunar (si nos atenemos al calendario solar, tendremos que esperar un mes, hasta el 16 de agosto, eso ya va en gustos del difunto) se celebra el festival que los japoneses, como muestra de respeto, dedican a sus difuntos: el Bon u O-bon (la vocal O se usa para dar más respeto a la palabra). Durante una semana vivos y muertos de una misma familia se reúnen para festejar y estar unidos de nuevo. Esto es motivo de alegría, tal vez los japoneses se lleven bien en familia, porque sé de algunas (empezando por la mía) que ni vivos ni muertos se soportan.
Aunque no es una fiesta nacional oficial, la tradición está tan arraigada que durante la semana del Obon se reúnen las familias enteras y muchos son los japoneses que en estos días eligen sus vacaciones para estar con los suyos, vivos y muertos. Por eso, dependiendo de las regiones, se elige seguir uno de los dos calendarios, así alternan la operación salida. En Okinawa, por ejemplo, el festival se celebra en estas fechas.
El ritual comienza con la limpieza. Se limpian las casas para recibir a los difuntos (y a esa cuñada que siempre pasa el dedo por la encimera para ver si hay polvo) y se limpian sus tumbas. Se realiza el Haka Mairi, o ritual de colocar flores y derramar agua sobre las tumbas, y en las casas se prepara el altar, Butsudan, para agasajar a los espíritus de sus familias. Muchas casas japonesas ya tienen perpetuamente un altar con sus difuntos, que limpian y decoran.
El ritual es de origen budista y se lleva celebrando desde el siglo VI. Tiene sus orígenes en India, donde se conocía como Ullabana, que deribó a Urabon, y de allí a Ubon, por la evolución etimológica de las palabras. Tiene sus orígenes en la costumbre budista de rezar por el reposo de las almas de los ancestros y la larga vida de los vivos durante el día 15 del séptimo mes lunar. Comenzó cuando el Buda Shakyamuni, mientras meditaba, comprobó que el espíritu de la madre fallecida de uno de sus discípulos, Maudgalyayana, estaba junto a él sufriendo, y descubrió así que los difuntos también sufren cuando se separan de los vivos. Por medio de la compasión consiguió aliviar al espíritu de la madre e instauró el ritual para que las familias rezasen por el bienestar de sus difuntos y se reconfortaran mutuamente.
Los elementos más importantes en el festival son el agua y la luz. El agua como medio para abrir la puerta del más allá y purificar, y la luz para guiar a las almas hasta su casa. Por eso, después de derramar agua en las tumbas, se colocan farolillos de papel, llamados Chouchin, en las mismas con una vela dentro que se enciende el día que comienza el Obon. Las familias rezan a sus muertos pidiéndoles que regresen. Es el mukaebon. Algunas tumbas ya tienen preparadas lámparas de piedra donde se colocan las velas. Tanto este fuego como el hecho de encenderlo se llama mukaebi, fuego o saludo de bienvenida.
Pero todo lo bueno acaba, el último día de esta tradición las familias encienden de nuevo las antorchas y linternas en lo que se llama okuribi (fuego de despedida) para desearles un feliz retorno al mundo de los muertos, y agradecer su visita. Las linternas o lámparas de papel (chouchin) son pintadas con el escudo de la familia, y son transportadas hasta la tumba del difunto para indicarle el camino de regreso, a esta acción la llaman okuribon. Se supone que en la venida siguiendo las linternas encontrarían con facilidad su casa, pero para volver a la tumba lo mismo hay alguno perezoso que prefiere quedarse, por eso es mejor acompañarlos y además es un bonito detalle.
Dependiendo de la región o ciudad, este último acto se lleva a cabo de un modo diferente. Únicamente en Kyoto, donde el Obon se celebra el 16 de agosto, es famoso el Go-zan no Okuri-bi, o lo que viene a ser el fuego de despedida en las cinco montañas (traducción libre para que se entienda bien) donde cinco hogueras gigantes cada una con forma de un caracter kanji, se van encendiendo una tras otra en las laderas de las montañas alrededor de la ciudad, para ayudar a los espíritus en su camino de regreso y vuelta al cielo, al mundo espiritual.
Cuando cae la tarde del día 16, las cinco montañas de los alrededores de Kioto se iluminan con las hogueras, ofrecidas como despedida a las almas de los ancestros. También se le llama a esta ceremonia Diamonji. Los caracteres suelen ser Ooki (grande), Dai (grandioso), Myo (místico) y Ho (método), y la figura de un barco que transporta las almas.
En la mayoría del resto de regiones, el festival termina con el Toro Nagashi, se fabrican farolillos de papel en los que se escriben mensajes de paz, buenos deseos o incluso dibujos infantiles, dentro se coloca una vela y el farolillo se pone sobre un barco de junco para navegar por el río o el mar. La vela es encendida justo antes de ponerlos a flote sobre la corriente, para que se lo lleve lentamente, simbolizando una guía que ayuda a los espíritus a volver al otro mundo.
Las almas de los familiares difuntos, se alejan guiados por la luz de los farolillos meciéndose dulcemente en sus barquitos, de regreso al Mundo de los Muertos, felices por haber vuelto a ver a sus seres queridos, hasta el siguiente año.
Hay que tener en cuenta que los fantasmas que regresan de sus tumbas en esta semana, son los de los familiares muertos queridos y ancestros venerados, a los que se abre la puerta en señal de bienvenida y se acompaña en su partida. Para el resto de fantasmas o almas en pena que aterrorizan a los incautos (los Yürei) hay otra fecha, el 3 de febrero, con su propio ritual, no para recibirlos sino más bien para que no vengan o no entren en las casas. De eso ya os contaré otro día. Hoy es noche de difuntos amigables.
Ya sabéis, esta noche, el agua es la puerta que utilizan los difuntos para volver a su casa, si os dais una ducha o un baño con velitas no invoquéis al abuelo. Esta noche las duchas atraen algo más que los rayos (guiño guiño para Emy). Lo bueno de este festival, es que como eres tú quien los llama, llamas a los familiares queridos, porque hay algunas familias (como la mía) con muertos que mejor dejar para la otra ceremonia, la del exorcismo a escobazos (barrer la casa para que no entren).
¡Feliz Obon. Feliz Noche de Difuntos Felices. Y sobre todo, felices pesadillitas!
Angelika BC, la que anda cual geisha por arrozal.
Fuentes: Las sigo esperando, Raquelilla.
Uff, nunca dejaran de sorprenderme, estos japoneses!!
Suerte que no lo soy, porque mi alma se perdería por mucho farolillo, flechas, pancartas gigantes o lo que sea que me pusieran para indicarme el camino… De pronto me surge una duda, ¿cómo averiguan si no se ha colado el pariente gorrón de otra familia?
Guiño pillado, ¡esta noche ni me acerco al agua! 😉
Muchos besitos.
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Me temo que parientes gorrones se colarán unos cuantos 😀
Yo con lo despistada que soy ni aunque me guiaran con cascabeles.
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Hola moñas! jejejeje
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Como me gusta la cultura oriental!!!! Tienes que enseñarnos mas cosas y no te cortes con el ritual de los escobazos que ese me lo tengo que aprender si o si. Un besazo infernal guapísima!
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Si, ese es más divertido porque los fantasmas malvados dan más miedito. Ahora les emborrachas con sake y no molestan.
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Vale…y yo me pregunto:de todo esto los muertos que dicen?qué cuentan?y las ovejas negras que les den …como siempre..y hoy te voy ha buscar la fuente más chacha de todas.PREGUNTA:viva o muerta?jjjjjjjjjjjjjjuy a los muerto os menos amigables ,!deberían aprovechar y ponerlos en cintura o mandárselos a la Mel …es una sugerencia eh?
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